Sin gas no hay paraíso
El lunes 7 ha comenzado con una anécdota poco divertida en ese momento, y menos para los que sean claustrofóbicos. Me monto en el ascensor, que hay que activar con un chip, y cuando se cierran las puertas, se apaga la luz y el ascensor no arranca. Unos segundos de incertidumbre y un tanto de nerviosismo, y tras un poco de sensatez y templanza, consigo que el ascensor reaccione y me lleve al quinto piso. Un susto que espero que no se repita. Por la tarde me comunica la administración por SMS que se ha tramitado mi solicitud de individual entrepreneur y ya tengo hasta un IBAN en el Bank of Georgia, así que podré continuar con las gestiones. Al anochecer he ido a un nuevo supermercado cerca de casa, el Nabiji (ნაბიჯი). Al pagar, la cajera ha mostrado simpatía y ha intentado decirme el precio en inglés. Me pregunta de dónde soy y al decir que soy español, me da la bienvenida. Un gesto muy agradable que no había tenido hasta entonces porque por lo general el trato de los cajeros suele ser bastante seco y cortante, ya sea por sólo hablar georgiano o su forma de ser. Finalmente me contacta un georgiano interesándose por mis servicios como profesor de español para dar clases a sus 2 niñas durante 4 horas a la semana en su casa en el barrio de Vake. En principio no debería haber problema para llegar a un acuerdo.


Más tarde me paso por el IKEA georgiano llamado Gorgia a comprar algunas cosas y probar sillas de oficina, tras lo cual descubro un restaurante georgiano de camino a casa llamado Megruli Oda en el que pruebo kharcho.
El viernes 11 me levanto pronto y descubro que seguía sin haber gas en casa. He decidido buscar un café caliente por el barrio (Vashlijvari Settlement) y he intentado recargar mi tarjeta de transporte con 3 lari sin éxito. Parece que no funciona nada. Resulta que tienen una incidencia global, así que paciencia... Más adelante voy al Container y al Gorgia a descambiar un par de cosas y llevarme las sábanas del nórdico y me tomo un khachapuri, pan relleno de queso que me sirve como snack. Vuelvo a casa para descubrir que por fin hay gas, me puedo duchar y apresurarme a tomar el bus para ir a Vake a mi primera clase. Después de intentar cargar 1 lari, vuelvo a tener el problema con otra máquina y por la impuntualidad del bus me veo obligado a tomar un taxi. La clase ha empezado sobre las 18 horas y ha sido una buena experiencia, incluso la niña mayor me regala una especie de plastilina. 
(ya sé que H se escribe hache :p, era un ejemplo) La otra niña un poco más distraída, será un duro reto conseguir que le guste el idioma después de estar aprendiendo georgiano e inglés también. Sobre las 9 hay encuentro con españoles en el Zillico, al que me acerco caminando, y los 3 que nos juntamos vamos más tarde al Supertramp Garage a juntarnos con más gente y, entre otros, jugar al billar.

El domingo 13 es otro día tranquilo, con poco que reseñar. Quizás la anécdota es que me he cruzado con un perro en el barrio al que le he mostrado un poco de aprecio y el pobre animal lo ha agradecido y me ha seguido por la cuesta arriba durante un rato. Sin duda un problema importante la superpoblación de perros y la soledad a la que se enfrentan, si no incluso maltrato por parte de una minoría (por desgracia existente).
El martes 8 tengo previsto ir al centro y en esta ocasión tomo el bus hasta Didube, donde luego puedo tomar el metro, lo cual parece hacerme ahorrar tiempo, Lo primero que hago es ir a Freedom Square a la Embajada de España a registrarme como no residente (en caso de emergencia es bueno que sepan que estoy viviendo aquí). De primeras no hay nadie y después de un buen rato esperando, aparece una persona que me atiende pese a su reticencia inicial por no haber reservado una cita previa. De paso, la gestión me sirve para que me inviten a una recepción oficial el día 15 por motivo del Día de la Hispanidad (12 de Octubre). Más sobre esto en el próximo artículo del blog.
El siguiente paso es ir al Bank of Georgia después de haber recibido el OK administrativo y de forma diligente me abren mi cuenta personal y de empresa. Al irme casi me voy sin el pasaporte (lo que me faltaba...), aunque reacciono a tiempo nada más salir. Resulta que el empleado del banco que me había atendido lo había dejado en el escáner y no me lo había devuelto. Terminado el trámite en el banco me encuentro una papelería y me compro una pequeña bandera de Georgia para ponerla en el balcón junto a la española y después de practicar lo poco que sé en georgiano (decir el precio y tal), me pregunta la mujer mi procedencia y al decir España, alaba a Sara Montiel y su papel en el cine, resaltando la buena sintonía entre España y Georgia, otro detalle simpático con la gente local. Termino las gestiones con una pequeña visita al Public Service Hall (tercera en una semana) a recoger mi documentación en inglés. Con esto paseo hacia la zona de Marjanishvili y me deleito con un shawarma a una hora intempestiva de comida (pasadas las 16 horas) y un gato muy adorable se encarga de no dejarme comer muy tranquilo.
Georgia lamentablemente tiene un gran problema con los animales callejeros, gatos y sobre todo perros que viven en la calle, duermen donde pueden y sólo necesitan un poco de cariño y comida. Por la tarde me dirijo al Tbilisi Mall, centro comercial al norte de la ciudad, a descubrirlo y de paso mirar algunos portátiles. Hoy finalmente ha habido acuerdo con el georgiano y el viernes comienzo las clases. Un nuevo reto que puede ser gratificante y darme nuevas experiencias.
El miércoles 9 iba a ser un día tranquilo. He conseguido registrar mi actividad empresarial como small business de forma muy rápida una vez que el Revenue Service me ha mostrado cómo hacer la solicitud, así que lo más importante de lo burocrático está hecho. Sin embargo no esperaba que hubiera un problema con el calentador en casa, y es que ni prendía el fuego de la cocina de gas, ni había agua caliente ni funcionaban los radiadores. Al no haber usado el calentador antes, pensaba que podía haber un problema con el mismo e intento arreglarlo por todos los medios, incluso con ayuda de ChatGPT para descifrar unas instrucciones ruso en el lateral del calentador. Por la noche ya resignado descubro por el hermano de la anterior inqquilina y con la confirmación de la hija de los caseros que ha habido un corte en el suministro de gas por parte de la compañía de gas debido a la construcción de un túnel y que este se restablecería en 2 días (viernes por la mañana). Así que no me queda otra que recurrir a Glovo para cenar algo preparado. De paso he conseguido crear un GPT que me ayude a estudiar georgiano del cual estoy bastante orgulloso.
El jueves 10 vuelvo a ir al Bank of Georgia a recoger una tarjeta y que me ayuden a configurar las apps móviles, lo que intenté hacer el día anterior sin éxito. Ahora toca averiguar cómo transferir fondos sin pagar una pasta en comisiones. Usando el metro me llama poderosamente la atención lo profundas que están las vías de metro en algunas estaciones, creo que esto es común en el mundo soviético.
El sábado 12 me despierta una llamada del banco pasadas las 10 para preguntarme por el problema con el lari que no cargó en la tarjeta (afortunadamente se subsanaron ese problema y el anterior), y me interrumpen el sueño. Intento que la compañía de transportes con la que hablé en Alemania por fin mande mis paquetes a Tbilisi -ya ando bastante desesperado esperando- y resulta que pasan por Mainz antes de lo previsto, con lo cual mi amiga ya no estaba en casa y otra semana más sin unas cuantas de mis cosas. Esperemos que haya una alternativa seria que funcione. Por la tarde a última hora me dirijo a una tienda de electrónica a comprar un portátil y lo dejo cerrado. Desde allí me paso por Marjanishvili a buscar una cafetería en el que se junta gente para echar un buen rato con juegos de mesa y descubro un hotel un tanto alternativo y un patio detrás con un porrón de garitos y de buen ambiente donde también está esta cafetería, Tsibakha.
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